Líderes de la Alianza destacan la fuerza de los fondos locales y presentan cuatro compromisos estratégicos.

El año 2025 comenzó con duros golpes para la filantropía internacional. Los cambios abruptos introducidos por la nueva administración de EE. UU. provocaron ondas de choque en todo el panorama de financiamiento global. En un contexto geopolítico cada vez más polarizado, la cooperación internacional está siendo despriorizada y los mecanismos de solidaridad global se están debilitando. Los acuerdos multilaterales están bajo asedio y se están desmantelando las respuestas coordinadas ante crisis sociales, ambientales y humanitarias urgentes.
Para quienes trabajan con y desde la sociedad civil en el Sur Global, los impactos inmediatos de esta reconfiguración global son innegables. Las organizaciones que durante mucho tiempo han dependido de los flujos tradicionales de ayuda internacional se encuentran ahora en situaciones financieras precarias.
Repensar el poder, el financiamiento y la posición
En el panorama de la filantropía global, los fondos enraizados en el Sur Global se enfrentan a un momento crucial que exige una redefinición de cómo operan y cómo son percibidos. A medida que estas organizaciones crecen en influencia y escala, navegan por dependencias financieras persistentes, narrativas disputadas sobre sus roles y la urgencia de construir sistemas más autónomos y arraigados localmente.
Una de las tensiones centrales radica en la concentración de las fuentes de financiamiento. Muchos fondos liderados por el Sur aún dependen en gran medida de donantes del Norte Global. Esta dependencia no solo genera vulnerabilidad financiera, sino que también plantea preguntas más profundas sobre identidad y poder.
Diversificar las fuentes de ingresos, especialmente fomentando el apoyo nacional y local, emerge como una estrategia clave para la sostenibilidad y la legitimidad, la conexión y la influencia dentro de las sociedades locales. El objetivo no es abandonar el financiamiento internacional, sino equilibrar las fuentes.
Desarrollar estructuras de donación a nivel nacional es una tarea a largo plazo, generacional. Requiere transformar las narrativas públicas, invertir en la participación cívica e integrar la filantropía en los marcos culturales locales. Los fondos locales han estado en este camino durante décadas, demostrando resiliencia y adaptabilidad, pero el financiamiento local aún representa solo una pequeña parte de sus presupuestos. El desafío es real, pero también lo es la oportunidad.
Esta conversación financiera es inseparable de la cuestión de la percepción. Los fondos locales suelen ser categorizados como “intermediarios”, una etiqueta que implica que simplemente canalizan dinero de un actor a otro. Si bien el término puede describir una función, no refleja el verdadero alcance y valor de su trabajo. Estos fondos no son meros entes de paso: son actores políticos, constructores de movimientos, portadores de conocimiento y socios de largo plazo de organizaciones de base. Su cercanía con las comunidades locales permite un acompañamiento que rara vez es igualado por instituciones internacionales más grandes.
Es necesario superar las narrativas que colocan a los fondos locales en una posición secundaria. En la práctica, a menudo representan la infraestructura más escalable y resiliente para garantizar que los recursos lleguen a donde más se necesitan: a manos de las comunidades que han defendido sus territorios durante generaciones.
Sin embargo, estas comunidades han sido históricamente tratadas solo como beneficiarias, no como protagonistas. A menudo están excluidas de los espacios de toma de decisiones de alto nivel y siguen siendo subvaloradas en las arquitecturas globales de financiamiento. Los fondos locales han sido clave en cambiar esta dinámica, visibilizando a estas comunidades, apoyando su participación y abogando por su autonomía.
Navegando nuevas barreras
Otro punto de preocupación es la creciente complejidad de las regulaciones globales. Hoy en día, las organizaciones enfrentan no solo obstáculos políticos, sino también barreras financieras y administrativas para movilizar recursos. Esto exige actualización constante y fortalecimiento institucional para navegar los nuevos requisitos legales y operativos que, si no se comprenden, pueden paralizar el flujo de apoyo hacia quienes más lo necesitan.
Ante este escenario, queda claro que la sostenibilidad de las organizaciones del Sur Global depende de una acción estratégica en múltiples frentes. Uno de ellos es asegurar una presencia activa en los espacios clave de toma de decisiones. Con demasiada frecuencia, los fondos enraizados localmente —a pesar de estar mejor posicionados para escalar soluciones en nuestras regiones— son excluidos de los mismos espacios donde se definen estrategias globales y flujos de financiamiento. Si no estamos presentes, otros definirán las soluciones por nosotrxs. Por eso, el trabajo también debe incluir el mapeo y la comprensión de las estructuras de poder, mantener el radar encendido para identificar dónde es necesario estar y asegurar que nuestras voces sean escuchadas.
Igualmente esencial es el fortalecimiento de alianzas: redes que desafían jerarquías antiguas y reinventan la colaboración más allá de las fronteras. Estas alianzas no se tratan solo de recaudar más fondos. Se trata de redistribuir el poder, ampliar la voz política y crear nuevas plataformas para la acción y la visibilidad.
El camino es largo, pero se está recorriendo. Los fondos locales están navegando la incertidumbre con visión, forjando alianzas con propósito y reformulando la filantropía hacia un modelo centrado en el territorio, la justicia y la autonomía.
Reflexiones desde la experiencia: replantear estrategias
Esta reflexión se basa en una conversación entre tres de las voces más experimentadas dentro de la Alianza Fondos del Sur: Cristi Nozawa (Samdhana Institute), Artemisa Castro (Fondo Acción Solidaria – FASOL) y Maria Amália Souza (Fundo Casa Socioambiental). Como fundadoras y líderes históricas en la red, sus perspectivas iluminan dónde estamos y hacia dónde debemos ir. Su experiencia colectiva, que abarca décadas de financiamiento local, ofrece tanto claridad estratégica como urgencia política.
Que estas voces confluyan dentro de una misma alianza habla de la fuerza política y del profundo sentido de apoyo mutuo que encarna la Alianza Fondos del Sur: más que una red, un movimiento colectivo enraizado en el Sur.
Transformar el cambio desde el Sur: cuatro compromisos para un panorama en transición
A medida que las estructuras filantrópicas globales atraviesan transformaciones significativas, la pregunta no es si habrá cambios, sino quién los moldeará. Esta incertidumbre también representa una oportunidad para quienes trabajan en transformar la filantropía desde el Sur Global: una ocasión para redistribuir el poder y construir sistemas basados en la justicia, la autonomía y la proximidad.
Pasando de la reflexión a la acción, emergen cuatro compromisos estratégicos:
Diversificar las fuentes de financiamiento, con un enfoque especial en fomentar el financiamiento a nivel nacional dentro de los países del Sur Global.
Cuestionar los malentendidos sobre los fondos locales, afirmando su papel político y su valor sistémico.
Participar en debates estratégicos globales, mapeando estructuras de poder y asegurando la presencia de voces del Sur.
Fortalecer las alianzas dentro del Sur Global como plataformas de colaboración, influencia y apoyo mutuo.