Vivimos en la era de la emergencia climática y las policrisis, un término que define la convergencia de múltiples crisis globales que interactúan entre sí y amplifican sus impactos. El origen y la perpetuación del problema radican en el estilo de vida que beneficia a una minoría rica y poderosa, en su mayoría de países del Norte Global. Para las comunidades de países del Sur Global, esto resulta en la negación de derechos básicos y la pérdida de medios de subsistencia.
El movimiento por la justicia climática y ambiental surge de las redes de activistas negros, indígenas, jóvenes y mujeres, y exige que las injusticias sistémicas se aborden en nuestra respuesta global a la emergencia climática y otras crisis relacionadas. Esto implica poner a las comunidades más afectadas en el centro de las soluciones.