Fondos movilizan recursos y acciones en los países más dañados por los fuegos.
Brigadistas combaten incendios en la primera línea frente a un récord de siniestros. Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil
¿Cuál es la cara más reconocible del cambio climático? Para la población latinoamericana, en los últimos meses, ha sido el fuego. Las noticias sobre los incendios forestales que devastan América Latina se difunden por el mundo, generando preocupación y tristeza.
Desde mayo, las llamas han devastado bosques y sabanas, especialmente en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú. Brasil ha registrado más de 200.000 focos de incendio, afectando gravemente la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal. Bolivia, con más de 7 millones de hectáreas de bosques y vegetación natural destruidas, ha declarado desastre nacional. Con más de 10.000 hectáreas afectadas, las regiones de la Amazonía, Llanos Orientales y partes de la Sierra Nevada en Colombia son las más graves, mientras que en Perú, miles de hectáreas en los Andes y la Amazonía han sido devastadas. En Argentina, los focos de incendio avanzaron desde el norte hacia el centro del país, especialmente en la región de Córdoba. Por su parte, Paraguay ya tiene más de 180.000 hectáreas afectadas, siendo el Chaco paraguayo uno de los ecosistemas más amenazados.
Los incendios forestales no solo destruyen el entorno natural; también afectan profundamente la vida de miles de personas que dependen de estos ecosistemas para su sustento y bienestar. En las grandes ciudades, la imagen es de cielos cubiertos de humo, con un sol de un naranja vivo que nos quita el aire, para muchos, literalmente. Las comunidades tradicionales e indígenas que dependen directamente del bosque para asegurar sus modos de vida se ven directamente afectadas.
Aunque los orígenes de los incendios son variados —incluyendo prácticas intencionales—, hay algo seguro: el cambio climático está directamente relacionado con el aumento de los incendios forestales.
El ciclo del fuego también es ya claro para la ciencia. Según explica Forest Global Watch, el empeoramiento del cambio climático, que hace que el clima sea más seco, aumenta la propensión a los incendios. En el suelo, la vegetación quemada se vuelve, con el tiempo, también más seca e inflamable. Con más incendios, se exacerban las emisiones de carbono provenientes de las quemas, perpetuando el proceso. Según un informe de 2022 del PNUMA, se espera que el riesgo de incendios extremos aumente en un 30% hasta 2050. Las grandes quemas están liberando cantidades alarmantes de partículas en la atmósfera, contaminantes que perjudican la salud humana y el medio ambiente.
Ante esta situación, los fondos miembros de la Alianza Socioambiental Fondos del Sur asumen un papel fundamental en el apoyo a las comunidades más vulnerables. Estos fondos están en estrecha proximidad con las comunidades, lo que les permite identificar más puntualmente dónde la ayuda puede ser más eficaz. Reconocen a las comunidades e individuos como agentes de cambio y trabajan en colaboración con ellos para fortalecer su capacidad de respuesta y adaptación.
En Brasil, desde 2021, el Fundo Casa Socioambiental comenzó su apoyo a las brigadas voluntarias y comunitarias a través de convocatorias, que buscan apoyar acciones estructurantes y planificadas, permitiendo la reestructuración de brigadas existentes y la formación de nuevas brigadas. Hasta el momento, el fondo ha apoyado 145 proyectos con más de 6 millones de reales. Compuestas por voluntarios y liderazgos locales, estas brigadas combinan conocimientos ancestrales y técnicas modernas para proteger los biomas de la Amazonía, Cerrado y Caatinga. En septiembre de 2024, se abrió una nueva convocatoria, con el objetivo de apoyar a largo plazo hasta 30 proyectos con 60.000 reales cada uno.
En México, el Fondo Acción Solidaria, A.C. (FASOL) también ha colaborado con brigadas comunitarias en respuesta al aumento de los incendios forestales. Las brigadas, que a menudo carecen de recursos y capacitación, recibieron apoyo para fortalecer sus capacidades y garantizar financiamiento. En octubre de este año, la institución apoyó al menos diez brigadas comunitarias de los estados de México, Morelos, Oaxaca y Tabasco en la obtención de la certificación básica (S-190) y en la construcción de una estrategia de fortalecimiento, permitiendo que continúen sus actividades sin comprometer la seguridad de sus miembros. Las alianzas estratégicas con el Fondo Oaxaqueño para la Conservación y la Fundación Comunitaria Malinalco han sido esenciales para alcanzar estos objetivos.
En Ecuador, el Fondo Ñeque destinó recursos para apoyar a las comunidades del cantón Quilanga, en la provincia de Loja, después de un incendio que devastó 7.600 hectáreas de vegetación nativa, fauna, cultivos de café y pastizales. El apoyo del fondo está enfocado en la restauración de las áreas afectadas y la reconstrucción de medios de vida sostenibles, como la producción de café orgánico, ayudando a las familias a recuperar su sustento económico y ambiental.
En Perú, el Fondo Socioambiental del Perú ha estado coordinando apoyos emergentes a organizaciones indígenas y de la sociedad civil que trabajan en las áreas de la Amazonía peruana afectadas por los incendios forestales. En Ucayali, se han formado tres alianzas para combatir el avance del fuego y atender a las personas afectadas de cinco comunidades nativas. El fondo está apoyando la implementación de equipos de respuesta y asistencia en salud para mujeres y familias indígenas de Puerto Firmeza, además de proporcionar materiales, agua, alimentos y medicinas a las comunidades de San Francisco, Santa Clara y Panaillo. Además, está fortaleciendo la capacidad de combate de incendios en Santa Rosa de Dinamarca y Puerto Firmeza y promoviendo acciones de control en territorios cercanos a la Reserva Comunal Asháninka.
En Bolivia, la Fundación Socioambiental Semilla envió equipos de protección y herramientas para cuatro grupos de bomberos voluntarios en la Chiquitanía y en la Amazonía, incluidos dos grupos comunitarios formados para reducir la sobrecarga de los bomberos especializados. Además, Semilla proporcionó alimentos y medicamentos para comunidades indígenas y campesinas en la Amazonía, Chiquitanía y Pantanal, cuyas principales fuentes de ingreso, en muchos casos, se basan en la agroforestería y el uso sostenible de los recursos forestales, que fueron completamente destruidas.
El Instituto Sociedade, População e Natureza (ISPN), en Brasil, está proporcionando apoyo crucial para los guardianes indígenas Guajajara, Awá y Ka’apor, en el estado de Maranhão, con entrenamientos y equipos para la prevención de incendios, con miras a los meses más críticos de septiembre y octubre.
En Colombia, el Fondo Emerger está apoyando a una organización socia para responder a la crisis de los incendios en la región al sur de Tolima, el departamento más afectado por las quemadas. Cabe destacar que Colombia es el país sede de la CBD COP16 (16ª reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica), que se llevará a cabo a finales de octubre, donde el tema de los incendios y la pérdida de biodiversidad durante esta crisis será ampliamente discutido.
Estas iniciativas demuestran el compromiso de los fondos socioambientales para enfrentar crisis como esta, trabajando directamente con grupos e instituciones locales. La colaboración entre los diversos actores involucrados es fundamental para garantizar respuestas rápidas y eficaces, capaces de proteger a quienes viven y cuidan nuestros bosques.